Carta abierta #1. Al 56%…

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                                                                                        Baires, 30 de diciembre 2023

Al 56%…

Estamos cerrando el 2023 y no dejo de darle vueltas a este número.

El 19 de noviembre pasado, la ciudadanía argentina definió en balotage dar como ganador al cargo de la presidencia de la Nación al Sr. Javier Milei por el 55,69% de los votos positivos.

En nuestro sistema eleccionario a partir de la reforma constitucional de 1994, los votos en blanco son excluídos del 100% y tan sólo se tienen en cuenta, para el conteo final, los votos positivos. El balotage es una “final” donde tan solo se presentan dos candidatos, los dos que tuvieron más votos en las elecciones generales pero sin embargo no lograron la legalidad, según las normas vigentes, de obtener 45% de los votos netos o bien, el 40% y una diferencia de por lo menos 10 puntos del segundo candidato.

La complejidad de lo escrito y de lo NO escrito en las reglas de la Justicia Electoral y en nuestra Constitución Nacional, permite que el candidato que salió segundo (con el 29.99%) en las elecciones generales del 22 de octubre, sea hoy presidente. Y la fuerza política que salió tercera (con 23.84%), comparta la dirigencia política con su equipo de candidatos nombrados en el gabinete como ministros que configuran el Poder Ejecutivo Nacional.

O sea, en una elección de tercios (un aproximado de 30% de votos para cada candidato), los perdedores en segundo y tercer lugar suman fuerzas, o confabulan negociándose cargos entre ellos (esto es cuestión de cuán turbio cada uno lo quiera ver) y por una cuestión arbitraria, como lo son todas las leyes, de que: “saliste primero pero no creo que tengas legitimidad porque con menos de la mitad de los votos es que no vas a poder gobernar porque supongo que no serías suficientemente representativo de la ciudadanía en general”. Cabe mencionar que el candidato que salió electo en primer lugar en las votaciones generales, lo hizo con un 36,69% de los votos.[1]  

Este planteo legal permite hoy que quienes obtuvieron el segundo y tercer lugar de votos positivos de la ciudadanía, con discursos en principio y supuestamente contrarios entre sí y campañas eleccionarias donde se dijeron desde “asesina pone bombas en jardines de infantes” hasta “loco”, se pongan de acuerdo doce horas luego de saberse perdedores y bajo el ala de un personaje, ex presidente, que actuó como intermediario, estratega y Jefe de la siguiente etapa de campaña para el balotage para ambos.

Ya me dirán ustedes si es por el Bien Común, por usar los cargos como moneda de cambio o por “anti”loquesea (categoría a la que volveré oportunamente), este pacto no entra en conflicto con la Constitución, y en consecuencia el 10 de diciembre asumió este conjunto de dos fuerzas políticas que ya no quieren parecer tan distintas.

El asesor económico NO nombrado por el actual presidente (porque el autor del DNU no tiene un cargo oficial en este nuevo gobierno) está encabezado por el potencial ministro de economía de la candidata que salió tercera. Ella, que perdió con su partido político las elecciones saliendo en tercer lugar con el 23% de los votos, ha sido nombrada Ministra de Seguridad de la Nación, y el flamante actual ministro de economía ha sido nombrado por el candidato que salió segundo en las generales con el casi 30% de los votos, hoy presidente, quien lo defenestró hace pocos meses atrás en todos los medios de comunicación que quisieron ponerle un micrófono adelante.

Es de una linealidad burda que este flamante ministro es el mismo economista que a la vez supo ser ministro de economía del ex presidente que, astutamente, unió en un abrazo conciliador a ambos candidatos perdedores de estas elecciones generales 2023. 

¿Es un trabalenguas? Ustedes dirán, y con justa razón, pero cómo te gusta enroscar las cosas… Y yo les diré que las cosas se enroscan, ¿solas o guiadas por intereses?, como serpientes alrededor de un árbol de manzanas…

Si lograron leer hasta acá es porque logré algún eco de entendimiento en sus propios pensamientos. Para ratificar, reivindicar, o vaya a saber el motivo, pero algo les hizo ruido. Si no nos hiciera ruido, sería más devastador. Sería síntoma de que no estamos ni vislumbrando la promiscuidad de la que somos testigos y nos hacen partícipes.

En nombre de la #libertad (editor no lo corrija que puse ese signo concienzudamente), se configuró un discurso polisémico, para ir contra …“los K”, el peronismo, el populismo, el comunismo, el keynesianismo, Cuba y Venezuela, Rusia y China y otros escupitajos panfletarios de ocasión.

Ciertamente se han tensionado las reglas democráticas cuyo espíritu tiende a dar entidad al pensamiento/sentimiento ciudadano y otorga un grado de Poder Social para la legitimidad en la elección de representantes políticos dentro de un sistema republicano. Y digo “un grado” de poder porque hay quienes con sus entelequias trabajan para hallar intersticios Legales y Discursivos que consoliden otra esfera de poder, el poder político, económico y cultural.

En base a la tergiversación semántica declamatoria, disfrazan sus intenciones de favorecer a pocos, con palabras de #libertades para muchos… palabras nada más.

El DNU que salió de golpe y raje, tiene 366 argumentos que muestran a quienes pretenden favorecer con el nombre y apellido de las empresas beneficiarias.

Pretender ser #libertarios sin ninguna regulación ni estatal ni de ningún tipo que no sea el “mercado anónimo” (no existe tal cosa y los nombres de las empresas en este DNU lo demuestran). Son 366 regulaciones que desregulan marcos instituídos para instituir y regular otros, es una burla.

Sería de brutal patetismo que la ciudadanía responsable de haberle otorgado altos cargos representativos en el gobierno nacional al segundo y tercera candidatos, perdedores de las elecciones generales, no se hiciera responsable por las decisiones de gobierno que ambas fuerzas políticas llevarán adelante en contra de muchos de sus propios votantes (según lo expresa su DNU y búsqueda de concentración de poder antirrepublicano).

Es mi deseo que puedan actuar como la ciudadanía activa que han mostrado ser, que sabe lo que quiere y lo que no, no permitan que se los estafe en sus convicciones y buena fe.

A esta Ciudadanía, al 56% votante positivo, es a quienes se interpela a que cumplan con su propia responsabilidad de defender las convicciones por las que se han congregado: Soberanía Nacional, La Libertad, El Desarrollo de una Argentina Próspera y Potencia en el mundo. Y si así no lo hicieren, que Dios y su Conciencia se los Demanden.

Wally.

P.D.: Me dirán que este 56% en realidad representa a un 39/41% del total de la ciudadanía con derecho/obligación de votar, ya que un 25% del padrón electoral estuvo ausente. Y, siguiendo la lógica ya mencionada que sostiene la legalidad de obtener legitimidad con más del 45% de los votos positivos, entonces esta fórmula presidencial tampoco es tan legítima ni tan potencialmente defendida por la “mayoría” de la ciudadanía.

El 25% de ciudadanos aptos para ejercer su voto y que no asistieron a este llamado, tomaron la decisión de no hacerlo. Y con esta decisión de “laissez faire, laissez passer”, también son partícipes y hasta coautores, si se quiere por omisión, de este estado de cosas. ¿Y el 44,31% no tiene ninguna responsabilidad? Hace falta otro ensayo, más largo y detallado para indagar en estas aristas. No tardará en salir. Por la urgencia inmediata, por las 366 razones que nos coartan actuaciones democráticas y republicanas en nuestro presente es que sale este mensaje.


[1] Sobre una participación ciudadana del 76,53% del total del padrón electoral. Fuente datos electorales: https://resultados.gob.ar/resultados/2023/2/1/0

Wally

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