“Si puede medirse, puede cotizarse y también venderse” (agosto-2023)
Argentina está bajo ataque por las fuerzas del EJE Nor-Atlántico. Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel continúan desplegando sobre nuestro territorio las acciones de invasión militar, ocupación de zonas de fronteras y cuencas hídricas, y despojo de recursos naturales estratégicos.
Nada de todo ello sería posible sin el incentivo, acompañamiento y beneplácito de las principales fuerzas políticas del país y los mayores grupos de presión que actúan en nuestra Nación.
Asimismo, los últimos 48 años han sido determinantes para el regreso de Argentina a la situación de semicolonia dependiente. Los índices de entrega macro y micro estructurales de los complejos productivos y industriales de nuestro país, han sido cooptados e integrados al reparto internacional de las cadenas económicas de valor, tanto en el plano de las manufacturas, el andamiaje financiero, y sus últimas escaladas: la energía y el agua.
En aras de ser concretos debemos llamar a las cosas por su nombre. Tras la Dictadura cívico-militar agro financiera conducida por Martínez de Hoz y las Juntas Militares liberal conservadoras alineadas al Pentágono estadounidense, prosiguió un alineamiento carnal de las principales fuerzas políticas de nuestro país a dicho rumbo. El Partido Justicialista, la Unión Cívica Radical, y la Unión del Centro Democrático, encabezaron el proceso durante la década del ’80; para continuar hasta nuestros días en la misma senda vía fusiones, intercambios, discordias internas, combinaciones y variantes de denominación y autopercepción.
Sin embargo, el patrón común es invariante: el proyecto liberal dependiente, impulsado por el cipayismo descripto anteriormente, alcanza en el primer cuarto del Siglo XXI un grado de perfeccionamiento y coherencia nunca visto en Argentina. Han superado exponencialmente lo impulsado a lo largo de la historia por Rivadavia, Mitre, la oligarquía terrateniente, la “Revolución Libertadora” y los cuadros político-económicos que condujeron los destinos argentinos en adelante: la CEPAL, CEMA, Fundación Mediterránea por nombrar algunos de los más representativos; con crías y alineamientos de las principales Cámaras empresariales, organizaciones rurales, cúpulas sindicales y religiosas.
Uno de los últimos capítulos sobre lo antedicho lo dejó ordenado días atrás en el “AmCham Energy Forum”, el Embajador yanqui en Argentina, Marc Stanley. El diplomático manifestó en el evento organizado por la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la Argentina: “Argentina tiene increíbles recursos naturales y recursos humanos de primera clase; y los vi de primera mano habiendo visitado a 15 provincias, desde Vaca Muerta y la Patagonia al triángulo del Litio”.
El virrey Stanley no mintió ante el auditorio de funcionarios del Ejecutivo Nacional, las provincias y cúpulas empresariales locales. Desde hace dos años viene siendo paseado por todo el país. En cada lugar, el tipo no deja de repetir lo que parece el mantra imperialista del presente siglo: que en camino de “construir una economía de energía limpia, focalizando en la sostenibilidad y pidiéndoles a las agencias gubernamentales que colaboren con el sector privado”, Argentina tiene el rol internacional de proveedor barato y para lo cual resta sólo el paso de terminar de acondicionar los plexos jurídicos nacionales y provinciales, para que se adapten las leyes en materia de cuencas hídricas, hidrocarburos, recursos mineros. El mayor tesoro, el Atlántico Sur, ya lo tienen invadido a través de Gran Bretaña desde 1833.
El agua es territotio.
El agua no solamente “es vida”. El agua es territorio, pues conforma las distintas cuencas que, esparcidas por todo el país, están presentes en todos los aspectos de la cotidianidad de las familias argentinas. En las casas, en los campos, en las fábricas, el agua es insumo fundamental para el trabajo y la supervivencia.
El agua es territorio porque tanto las poblaciones como los sistemas productivos y comerciales, se han establecido en torno a las cuencas hídricas. La Argentina tal como la conocemos hasta 2023, ha estado asociada a la relación de los hombres de esta tierra con su entorno y fundamentalmente con el agua.
Hablar de soberanía, independencia y justicia social en Argentina, es hablar de territorio. El país más austral del orbe y séptimo del mundo en extensión geográfica, es bicontinental, mayoritariamente marítimo, pero ricamente hídrico en su porción continental americana. La cuenca del Plata, el Acuífero Guaraní, los ríos patagónicos, cuyanos y cordilleranos, conforman junto al sistema del Salado bonaerense, en los sistemas hídricos más codiciados del planeta.
La importancia del gobierno de las cuencas hídricas, la propiedad y destino de las tierras que las rodean y contienen, han sido materia de desarrollo y conflicto entre los pueblos a lo largo de la historia. Las guerras, conquistas, avances y planificaciones territoriales se han sucedido por siglos, y nuestro tiempo no es la excepción a ello. Es más, ahora se están desarrollando en nuestras narices.
Suponemos que es de público conocimiento el acuerdo entre el Gobierno Nacional argentino y el Estado de Israel para que la firma estatal de ese país – Mekorot – cobre injerencia en la suerte futura de nuestras cuencas. El tratado es obra del Ministro del Interior en funciones – Eduardo “Wado” De Pedro -, la Embajada de ese país y las autoridades gubernamentales israelitas.
Oficialmente, Mekorot brindará un servicio de consultoría para que Argentina y sus provincias puedan conocer las verdaderas existencias hídricas, la dimensión de sus cuencas, calidad de esas aguas, prospección de caudales medios futuros, y posibles obras de racionalización del recurso.
En criollo, Israel tendrá pleno acceso a información estratégica de nuestro territorio, tanto en cantidad-calidad de agua, sino también acceso a información sobre los recursos del subsuelo, planificación de obras de explotación con o desde las cuencas hídricas, y fundamentalmente, “asesorar” para una “mejor gestión” del mercado del agua con el cual sueñan algunos gobernadores.
Los antecedentes de la firma israelita son lo que la condena. La apropiación de la cuenca del río Jordán, ha sido el motor para el desarrollo de su política de colonización en Oriente próximo, sostenida desde mediados del Siglo XX por Gran bretaña y Estados Unidos. Pero, lo principal, es que el agua ha sido el vector de invasión y ocupación de territorio palestino, jordano y libanés.
Mekorot ya cuenta con 25 años de aproximación sucesiva sobre las cuencas argentinas. Previo a ellos, hubo otras casi dos décadas de ingenieros hidráulicos de Israel que asesoraron a las Juntas Militares respecto de las obras hidroeléctricas e hicieron relevamiento topográfico de los principales ríos a principios de la década del ’80.
Hoy, acuerdo con el Ministro De Pedro mediante, tanto la Embajada israelí como la empresa en cuestión tienen a disposición la información relevada y organizada durante por el Instituto Nacional del Agua (INA), y el por el Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR).
En el primer caso, cuentan con información de los cuerpos de agua superficiales y subterráneos asociados – las cuencas – a las principales 245 ciudades argentinas en las cuales reside el 80% de la población. En el segundo caso, aunque las propias autoridades de la cartera de Minería lo nieguen, está a disposición el compendio histórico de la investigación geológica nacional.
Combinando ambos, según la “huella hídrica” se determina la cantidad y calidad de agua en cada centímetro cúbico del territorio. Pero además, se completa el registro geológico: qué metales y minerales componen las cuencas y su prospección.
En criollo, información que debería estar guardada bajo siete llaves y ser prioridad en lo que respeta a la defensa nacional, paralelamente a que como pueblo podamos comprender su importancia desde la edad escolar.
La labor que llevará adelante Mekorot, con la venia de De Pedro, ya tiene acuerdos formalmente constituídos con 12 provincias argentinas: Mendoza y San Juan fueron las primeras. A ellas les siguieron Río Negro, Catamarca y La Rioja. Luego se sumaron Santa Fe y Santa Cruz. En las últimas semanas se conocieron detalles de los avances con otras cinco: Entre Ríos, Formosa, Santiago del Estero, Chubut y Neuquén.
¿Cuáles son los contenidos de esos acuerdos? Es poco lo que se conoce en específico hasta el momento. Sin embargo, hay patrones comunes que nos permiten armar un cuadro de situación, a partir de las propias discusiones respecto del recurso que se dan en los círculos provinciales y regionales de discusión.
Hay tres grandes políticas para tres grandes objetivos. Entre los primeros, actualizar y perfeccionar los relevamientos territoriales de cuencas; con esa información impulsar legislaciones nacionales y provinciales respecto del recurso hídrico (Códigos del Agua, diseño de organismos, etc), y también la elaboración de “Planes Maestros de Uso y Explotación”.
Los objetivos son de libro. Se pretende perfeccionar el mercado del agua estableciendo cupos y cuotas según los usos estableciendo un precio de referencia al metro cúbico; organizar la matriz productiva y poblacional en el territorio asociado a cada cuenca; y finalmente el dulce por el que todos se sintieron atraídos: las obras, sus pliegos y licitaciones. Todas serían financiadas por el Consejo Federal de Inversiones (CFI) e inversores externos – léase empresas multinacionales -.
La pregunta sería ¿quién conduce todo esto? Los israelíes hasta ahora obrarían como meros consultores del “asunto”. Habrá que fijarse quiénes dominan las actividades donde el agua va a utilizarse: el agro, la minería y los hidrocarburos. Hay una consigna que los unifica a todos por igual: “si puede medirse, puede cotizarse y también venderse”.
DESCARGAR
Documentacion mostrada en el programa de la Provincia de Rio Negro ante pedido de informe
Por Pablo Casals
https://chasquifederal.com.ar/