El General Milani, en la encrucijada del proyecto nacional.

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“Generalmente los malos son los que de alguna manera se connaturalizan con el pueblo. Y los buenos, los que no entorpecieron con extemporáneos reclamos populares el arrollador avance del capital extranjero indispensable para nuestro progreso.” Scalabrini Ortiz R.

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Esta semana se conoció, una vez más, un fallo judicial absolviendo al Teniente General César Milani, de una de las múltiples causas que le fueron abiertas por distintos motivos (lesa humanidad, espionaje y corrupción) luego de su designación a general de división (2011) y a Jefe del Estado Mayor General del Ejército (2013).

En el siguiente artículo intentaré sopesar la relevancia del General Milani, en la disputa histórica entre el proyecto soberano argentino y el neocolonial. Para ello, analizaré las distintas doctrinas de sujeción nacional y -ante un nuevo aniversario del golpe de Estado genocida- el rol que ha jugado en nuestro país, durante las últimas décadas, la doctrina de derechos humanos, como eslabón perteneciente a la cadena de dominación con la que sostienen atada a la Argentina las potencias globalistas de la anglosfera.

La histórica falsificada y la historia auténtica

La historiografía oficial / liberal de López y Mitre intentó tergiversar, por la vía de la mentira y el ocultamiento, nuestra historia auténtica. Los caudillos fueron reducidos a la barbarie, invisibilizando las razones por las cuáles el país se vio envuelto en décadas de luchas civiles y desmembrado trozo a trozo. No se hace mención –en esa versión diseñada a imagen y semejanza de los vencedores de Caseros y sus financistas externos- a la disputa entre diversos proyectos de país, se la reduce a una disputa entre el único proyecto posible (portador del progreso y la civilización) y la barbarie, cuyo único y trágico papel sería el de retardar el triunfo del primero. 

El truco del mago, para los liberales (y ojo, los hay de “izquierda y derecha”), es presentar su cosmovisión del mundo desde un no-lugar o posicionados desde el “ojo de Dios”, como plantean algunos referentes de la teología de la liberación y el enfoque epistemológico decolonial. De esta manera, sólo hay una única y predestinada vía para el desarrollo, lo mismo que una recta y unidireccional “línea histórica”, que solamente es advertida y señalada por estos verdaderos profetas del dogma liberal y anglosajón.

Don Arturo Jauretche (2006), inmenso exponente del pensamiento nacional, explicaría este posicionamiento de los liberales con una claridad envidiable: “Aquí Dios es sustituido por una deidad del siglo XIX que como Houdini el transformista, cambian constantemente de ropaje y lo mismo se llaman Civilización, Progreso, que, Libertad y Democracia, según las necesidades variables de la propaganda. Dioses menores y abstractos, de rostros ajados y vestiduras todas remendadas a través de las cuales solo se trasparenta el único Dios verdadero, ese Dios predicado por los ´apóstoles del libre cambio´, y en cuyo altar fueron sacrificadas generaciones de argentinos…” (p 39)

La doctrina de los derechos humanos.

Mientras transcurría la última dictadura -genocida y entreguista- en nuestro país, en EEUU se producía un cambio de gobierno que provocaría un pronunciado giro en la política hemisférica, o al menos así lo sostienen –palabras más, palabras menos- los liberales de izquierda (hoy bautizados progres). Se refieren a la doctrina de los derechos humanos, impulsada desde la Casa Blanca por Jimmy Carter y que tuvo en nuestro país como protagonista a Patricia Derian, subsecretaria de DDHH de dicha administración.

La agenda de los derechos humanos se nos presenta con aires de universalización pues incumbe –al menos en teoría- a todo ser humano de forma genérica, tal cual otrora las ideas de civilización, progreso, libertad o democracia. En realidad, siendo jurídicamente todo Estado Nación un ente soberano –al menos en teoría- o que emana de la soberanía de su pueblo, los derechos que se atribuyen o no a cada pueblo o población, son atributo imprescriptible de cada Nación, lo cual tiene un carácter constitutivo pues implica su derecho fundacional a auto determinarse. En conclusión, conceptualmente los derechos humanos –en la medida que existan Estados soberanos- son un oxímoron.

El problema no es meramente conceptual, lo que sería fortuito, sino que tiene raíces geopolíticas. Indudablemente las madres y abuelas de plaza de mayo, por mencionar sólo a algunos de los organismos denominados de derechos humanos, se han articulado sobre la base innegable de un reclamo legítimo, pues ninguna hipótesis de conflicto habilita el proceder de los grupos de tareas y el plan sistemático de secuestros, torturas y desapariciones, llevado adelante tanto contra la población civil (en su conjunto) como contra las organizaciones políticas armadas. Para que se dimensione:

1.- Se llevó adelante una estrategia terrorista estatal que los colonialistas franceses implementaron contra los revolucionarios argelinos (en Argelia) y que los sionistas israelíes aplicaron contra los palestinos (en los territorios ocupados), con la diferencia de que aquí se llevó adelante desde el propio Estado argentino contra su propia población y en su propio territorio.

2.- Se les dio mejor tratamiento a los militares ingleses, durante la guerra de Malvinas, que a los detenidos/desaparecidos de nuestro propio país, ya fueran éstos miembros activos de organizaciones guerrilleras o no.

Las juntas vende patria que se sucedieron entre el 76 y el 83 implementaron un plan terrorista estatal bajo el influjo de la doctrina norteamericana de seguridad nacional, con cuadros formados en sus Escuelas de las Américas y asesorados por militares franceses e israelíes. Su objetivo fue desmovilizar al pueblo argentino para imponer un plan económico lesa patria, digitado desde EEUU e Inglaterra (actualmente conocido como neoliberalismo).

El problema de fondo, como anticipaba, es geopolítico pues solamente cuando sopesamos el cuadro completo es posible comprender la estrategia de pinzas que se llevó adelante sobre nuestro país y sobre la América al sur del Río Bravo. ¿No le resulta raro al lector que la misma administración Carter, tan abocada a defender a los indefensos del mundo, haya sostenido paralelamente el Plan Cóndor? Nos estamos refiriendo a un período en el cuál los cuadros militares argentinos especializados en contrainsurgencia, por ejemplo, fueron llevados por ese mismo gobierno norteamericano a Nicaragua para adiestrar a los “contras”, destacando por sus métodos inhumanos (Koch, 2024).

Estrategia de pinzas contra los pueblos del mundo

Con la derecha los yanquis agitaban el palo, diseñando e impulsando un plan de dominación por la fuerza a escala continental, cuyo máximo exponente fue el Plan Cóndor; con la izquierda los yanquis sostenían la zanahoria, diseñando e impulsando un plan de legitimación acorde a los nuevos designios neoliberales: la doctrina de derechos humanos.

Si los derechos humanos suponen una política de tipo universal, impulsada y financiada por las potencias de la anglosfera a través de la ONU, el ejercicio efectivo de la soberanía y el derecho a la autodeterminación de las naciones queda reducido a escombros, paso necesario para la implementación del plan neoliberal a escala planetaria. Máxime cuando, tal cual ocurre con el dogma liberal, las reglas se aplican a las neo colonias pero NO a las neo metrópolis. Somos nosotras, las periferias del mundo, las que debemos desarmarnos y seguir al pie de la letra el dogma universal, no ellas, las neo metrópolis, que transmutan en mano invisible o en reserva moral de la humanidad.

Por último, y no por ello menos importante, es fundamental advertir el grado de enajenación al cuál se nos lleva con la doctrina de derechos humanos, continuación lógica de la doctrina de seguridad nacional. Toda forma de dominación implica ciertos márgenes de coerción y legitimación, una vez diezmado y desmovilizado el pueblo era necesario garantizar su domesticación y para ello: ¿Qué mejor que desnaturalizarlo y despolitizarlo?

El pueblo es esencialmente una identidad colectiva o comunitaria, de tipo histórica, cultural, económica y fundamentalmente política, vinculada al ejercicio de su soberanía efectiva sobre un territorio, a través de distintas estructuras institucionales que emanan –en mayor o menor medida- de sus designios, de su idiosincrasia y de sus luchas. El teatro de operaciones en el cuál se desenvuelven las luchas del pueblo y su soberanía efectiva es el nacional, el instrumento para saldar dichas disputas es el Estado nacional, por intermedio del cual se consolidan y se efectivizan sus derechos.

La doctrina de derechos humanos inhabilita al pueblo como sujeto, pues lo trasciende haciendo de él tabla rasa, diluyendo su identidad en una construcción genérica y totalitaria denominada humanidad. Dicha humanidad, concebida a imagen y semejanza de la proyectada por las potencias anglosféricas, se desenvuelve virtual e irrealmente en un ámbito supra nacional y supra popular, lo cual tiene su máxima expresión en la reforma constitucional criminal del 94, rubricada en el pacto de Olivos por Alfonsín y Menem, al dotar de rango constitucional cualquier pacto internacional suscripto por el gobierno cipayo de turno.

Te generan el problema y te dan la solución

Ya se ha planteado que tanto la política de coerción como la de pacificación fueron de diseño made in USA y que la administración Carter las aplicó de forma simultánea y discrecional a ambas… ¿Es acaso una contradicción del plan de dominio imperial? Como se verá y ya he insinuado, la una (doctrina de derechos humanos) es consustancial y consecuencia de la otra (doctrina de seguridad nacional).

El período de mayor represión durante la dictadura genocida se desarrolló entre el 76 y el 77, fue el bienio en el que mayor cantidad de secuestros y desapariciones se produjeron. Al finalizar dicho período no sólo las organizaciones políticas sino también las organizaciones libres del pueblo (sindicatos, centros de estudiantes, asociaciones vecinales, etc.), se encontraban diezmadas y desmovilizadas, habiéndose cumplido la primera etapa del plan ideado e impulsado a escala continental por EEUU e Inglaterra. Es en ese contexto que comienza la presión de la administración Carter a la dictadura genocida.

La doctrina de derechos humanos, propiciada desde EEUU en nuestro país, cumple un rol siniestro: impedir que el gigante popular vuelva a despertar, desarmar moral, política e identitariamente al pueblo, diluyéndolo como sujeto en la abstracción vaporosa de la humanidad.

Los organismos de derechos humanos, salvo honrosas excepciones como la encabezada por Hebe de Bonafini, se convierten –voluntaria o involuntariamente- en instrumentos amansadores, que coordinan diligencias sumariales, contenciosas y procesales, teniendo su correlato, a nivel individual o colectivo, en las estanterías de un colonizado y antidemocrático poder judicial. Se abandona o relega la discusión política bajo las premisas de memoria, verdad y justicia, ninguna de la cuáles permite articular utopías o proyectar en las disputas del presente, el modelo de país que se pretende a futuro. En su lugar, el de la disputa política, se instalan la teoría de los dos demonios o la teoría del Estado demoníaco, lográndose el objetivo estratégico a nivel epistémico y moral, planteado por la anglósfera: la atomización social y el renunciamiento inconsciente del pueblo a luchar por el control de sus propias herramientas de ejercicio soberano, condensadas en el Estado.

La mano invisible o reserva moral de la humanidad

En el ´79 surge el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), el cual se organiza ante la visita a nuestro país de la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos), gestionada por la funcionaria yanqui Patricia Derian. La CIDH dependía de la OEA (Organización de Estados Americanos), un apéndice de la política injerencista norteamericana en nuestro continente que celebraba -en 1976- su Asamblea Anual en la “democrática” Chile de Pinochet y daba recomendaciones sobre DDHH (antes de la administración Carter, durante el gobierno de Ford, continuador de Nixon) a los mismos gobiernos genocidas de facto a los cuáles, por otro lado, financiaba y alentaba.

El CELS, a lo largo del período “democrático” post dictatorial, ha acumulado un poder inaudito, que es digno de ser analizado, a saber: El oficiar como fiscalizador paraestatal de la política de Defensa y las promociones en el escalafón de las FFAA. A continuación, la descripción que de este poder realizó una de las referentes históricas de las organizaciones de familiares de detenidos/desaparecidos durante la última dictadura:

La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto se manifestó sobre el nombramiento del general: “Los organismos de derechos humanos jamás aceptaríamos a una persona implicada en la represión, como afirman que estuvo el señor Milani. Nosotras no tenemos suficientes pruebas ni elementos sobre esta situación, de manera que el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) que es el organismo que suele ser consultado para estos ascensos, es el que ha presentado una moción en el Senado para impedir que se lo ascienda”. (“La gestión Milani al frente del Ejército, entre la polémica y la renovación” 30/06/2015. Perfil)

Para sopesar el poder del CELS, cuyo referente histórico es el presunto servicio de inteligencia Horacio Verbitsky, basta con pegarle una mirada a sus recursos financieros, publicados por el propio CELS en su página Web. En 2023 el CELS informa que contó con recursos equivalentes a U$S 2.286.611, lo que adquiere una relevancia alarmante si se lo compara con el presupuesto del conjunto de nuestras FFAA durante ese mismo período: U$S 2.859,200 [miles de millones, ver nota al pie], según relevó el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI).

El CELS maneja regularmente una caja multimillonaria, prácticamente equivalente al presupuesto [per cápita, ver nota al pie] de nuestras FFAA y al mismo tiempo funciona extra oficialmente como organismo de control de las mismas, con poder de veto en lo concerniente a su funcionamiento, misión y funciones. Se llegó al colmo, en 2021, de haber designado a uno de sus miembros –como es el caso del diplomático Agustín Colombo Sierra, socio y quién ha sido revisor de cuentas del CELS- como responsable del manejo de los recursos del IAF (Instituto de Ayuda Financiera para el Pago de Retiros y Pensiones Militares).  

¿Quién financia al CELS? En su propia Web, el organismo informa que entre sus mecenas se encuentra la fundación Open Society Foundations (de George Soros), la Fundación Ford y la mismísima Embajada Británica en Buenos Aires, lo cual lo convierte en un instrumento –entre tantos otros- de injerencismo y control imperial, destinado a obturar el ejercicio de nuestra soberanía plena, en lo concerniente al establecimiento de unas FFAA consustanciadas con el proyecto nacional y al establecimiento de una doctrina de defensa autónoma e independiente.

Este tipo de organizaciones, que conforman la red del Soft Power anglosajón en nuestro país, suele publicar abierta y sistemáticamente el origen de sus fuentes de financiamiento, lo cual se convierte en un insumo fundamental para comprender la extensión de tal red y para construir hipótesis relativas a sus objetivos. Es sugestivo, en el caso del CELS, analizar la cronología del flujo de financiamiento informado (no descarto que tenga, también, fuentes de financiamiento no informadas) durante los últimos años: Entre el 2006 y el 2023, el año en el que porcentualmente sus recursos financieros mayor crecimiento registraron fue el 2011 (43% con respecto al año anterior), coincidiendo con la designación de César Milani como General de división y con el inicio de la campaña del CELS (protagonizada por Verbitsky) en su contra.

Si analizamos, por períodos presidenciales, el porcentaje de incrementos –a nivel inter anual- en los recursos financieros percibidos por el CELS, el resultado es el siguiente: 14% durante los dos mandatos de CFK, 3% durante el mandato de M. Macri y 7% durante el mandato de A. Fernandez. Podría interpretarse como una respuesta frente al nivel de insubordinación o subordinación del Gobierno correspondiente a los designios de la anglósfera.

Dime quién te denuncia y te diré quién eres

Las tácticas de penetración e injerencismo desplegadas por la anglosfera a nivel regional e internacional han ido sucediéndose de forma aluvional: De la lucha contra el totalitarismo se pasó a la lucha contra el subdesarrollo, luego a la lucha contra la subversión, el narcotráfico, el terrorismo, el autoritarismo y la corrupción. Para cada táctica se desplegó una serie de medidas y contramedidas tendientes a estimular, por un lado, el crecimiento de la problemática a combatir y, por el otro, los instrumentos para regular y dirigir su combate, elaborando argumentos y doctrinas de tipo universalistas, tendientes a legitimar su estrategia injerencista y desestabilizante.

En nuestra región latinoamericana, la cual los gringos consideran su patio trasero, han operado las últimas décadas interviniendo al poder judicial y colonizando, con ese objetivo, sus diversos estamentos con funcionarios cooptados. Las denuncias de corrupción han llovido –desde entonces, impulsadas por sus operadores y agentes en la oposición de cada país- sobre los distintos presidentes y presidentas que denotaron un atisbo de autonomía con relación al poder anglosajón. ¿Es casualidad que esta táctica haya sido desplegada, oportunamente, luego del rechazo al proyecto ALCA en Mar del Plata? La nueva táctica injerencista ha recibido el mote de Lawfare o guerra judicial.

Al General Milani –por instigación mediática del grupo Clarín y su vocero Lanata- lo han denunciado sucesivamente, al margen de las causas por lesa humanidad orquestadas por el CELS, los siguientes personajes: Graciela Ocaña, Manuel Garrido, Elisa Carrió, Fernando “pino” Solanas (aliado por ese entonces de Carrió), Laura Alonso, Patricia Bullrich, Horacio Antonio Stiuso, Gerardo Morales y el periodista Daniel Santoro (Clarín)… ¿No constituye esta lista de nombres, al menos, un sugestivo indicio al lector? 

El objetivo estratégico de la anglosfera, como se ha analizado, es inhibir en su zona de influencia cualquier emergente de soberanía, para garantizar su control neocolonial. Como lo ha demostrado el peronismo en nuestro país, todo proyecto soberano requiere –al menos- de dos pilares fundamentales para erigirse: Un pueblo organizado -capaz de ejercer su soberanía de manera activa y autónoma- y unas FFAA que se encuentren profundamente consustanciadas con él y comprometidas a fondo en su defensa.

Pareciera una aclaración de perogrullo, pero, dada la confusión reinante, es menester aclarar que todo proyecto soberano e identidad popular se han construido siempre en la historia sobre la base de una disputa –en mayor o menor medida- armada, es decir que Pueblo y Fuerzas Armadas son –en todo proyecto soberano- dos aspectos de una misma cosa. A este respecto y con relación a las causas que se le abrieron y reactivaron en catarata, luego del triunfo del cipayo Macri, el General Milani declaró: “…más que hacerme un daño a mí, se le ha infligido un castigo al Ejército argentino, privándolo de la posibilidad de una reconciliación definitiva con el pueblo del que se nutre” (09/08/2019, Infobae)

El liberalismo “de izquierda” es funcional a la estrategia de dominación imperial

Las revistas “progres” Crisis y Anfibia, ésta última muy consternada y afligida últimamente por el recorte de fondos que percibió hasta hace algunos meses de la USAID yanqui (organización de superficie perteneciente a la CIA, con el objetivo de financiar a los “contras” contemporáneos a lo largo del mundo), no demoraron en subirse –ni bien asumido el macrismo-, a la ola de indignación por la designación que hiciera CFK de César Milani como JEMGE, en 2013. Repasaré brevemente alguno de sus argumentos, esgrimidos desde la lógica doctrinaria de DDHH.

En la Revista Crisis, en nota firmada por su editor (Mario A. Santucho, socio del CELS) bajo el título “El general militante”, se publicó el 22 de junio de 2016 lo siguiente:

“Qué hacer con el Ejército argentino en un país sin hipótesis de conflicto, con estrategias diplomáticas regionales de integración y con una ley de seguridad interior taxativa? ¿Qué pasó para que el culto democratizador de la separación entre el Estado y las Fuerzas Armadas se haya desequilibrado?” (el resaltado es mío)

Debo insistir, antes de pasar a analizar críticamente el fragmento citado, que se trata apenas de una muestra del contenido del artículo referido, constituyendo su bajada o resumen. El autor sostiene que Argentina es “un país sin hipótesis de conflicto” y sugiere que hay que sostener el “culto democratizador de la separación entre el Estado y las Fuerzas Armadas”. Lo llamativo, si al lector aún le quedan dudas, es que todo ello lo sugiere ¡en un artículo que pretende desautorizar el rol ejercido por el General Milani al mando del Ejército!

Mario A. Santucho afirma que el país no tiene hipótesis de conflicto, en un contexto de recrudecimiento del injerencismo yanqui a nivel continental (de forma sincrónica a la publicación de dicho artículo, por ejemplo, se desarrollaba el Impeachment contra Dilma Roussef) y dando por perdidas o por británicas, al parecer, a nuestras Islas Malvinas. Luego sostiene que Estado y Fuerzas Armadas deben ser asuntos separados… No es claro si propone que seamos el protectorado de alguna potencia extranjera, que se privatice la Defensa recurriendo al mercenariado (tal vez fuera una sugerencia dirigida por Santucho al neoliberal Macri, que gobernaba por ese entonces a la Argentina) o simplemente quedó afectado por la letra de Imagine, de John Lennon.

De cualquier forma, el espíritu de las sugerencias de Santucho es claro: Propone revertir la tendencia iniciada por la jefatura del General Milani al frente del Ejército, desestimando toda posible hipótesis de conflicto y reclamando la subordinación total del Estado Argentino –a través del abandono de toda política soberana de Defensa- a las potencias extranjeras, en aras de un ilusorio culto democratizador.   

Despolitizar la memoria

En la Revista Anfibia, cuyo financiamiento ya fue mencionado, Luciana Bertoia (perteneciente a la ONG “memoria abierta”, que recibió fondos según se difunde en su Web de la Ford Foundation, el British Council, la fundación Rockefeller y el Banco Santander, entre otros) publicó un revuelto gramajo, bajo el título “Milani, el obediente”, en el que se entrecruzan fragmentos de reportajes al General Milani, algunas anécdotas de su biografía familiar y testimonios de familiares de detenidos/desaparecidos… La falta de un hilo conductor y argumentativo en el artículo, son cabal testimonio de la confusión de su autora o de su búsqueda por provocar una impresión emotiva e irreflexiva en el lector.

Para no sobreabundar en este extenso y tedioso artículo, mencionaré tan sólo dos aspectos que sirven a modo de prueba para valorarlo:

1.-  El título mismo del artículo (Milani, el obediente) es desautorizado en el segundo párrafo del artículo, por la propia autora, cuando menciona lo siguiente: “La estima de sus superiores bajó cuando en diciembre de 1988 se negó a sofocar el levantamiento de Villa Martelli, el bautismo de fuego del que era considerado el líder moral del movimiento carapintada, el coronel Mohamed Alí Seineldín. A César Milani le correspondieron ocho días de arresto.” Más allá de la desprolijidad evidente que implica renegar del título de la propia nota en forma casi inmediata (podría haber esperado al quinto o sexto párrafo), me resulta importante subrayar que es propio de la Doctrina de Derechos Humanos haber anatemizado las sublevaciones carapintadas, descontextualizándolas y desproblematizando la situación geopolítica en la cuál se produjeron: Retroceso y decadencia de la URSS, colapso de la dinámica bipolar y de guerra fría, ofensiva del neoliberalismo a escala mundial e instigamiento al desmantelamiento de las capacidades soberanas en los países periféricos. De esta forma, deshistorizando estos sucesos, se construyó la teoría del Estado demoníaco (de la cuál evoluciona hoy, por ejemplo, Milei), la cual fue y es funcional al realineamiento unipolar/globalizador, por cuanto refuerza a nivel mitológico el rechazo de la sociedad civil –de forma acrítica y maniquea- hacia sus FFAA y hacia su Estado, en general. 

Por otro lado, en la bajada de “Milani, el obediente” (Anfibia, 16/03/2017) se contextualiza la campaña judicial en su contra de la siguiente forma: “Renunció a su puesto en 2015 y, desde entonces, suma cinco causas judiciales por delitos de lesa humanidad, espionaje y enriquecimiento ilícito”. Sin embargo, para la autora (que debe haber estudiado Historia Argentina en Cambridge u Oxford) al parecer, nada tiene que ver la campaña de persecución judicial al General con el siguiente fragmento que ella misma cita, de una entrevista realizada por Hebe de Bonafini al mismísimo General en 2013:

—¿Por qué te hiciste militar? (Hebe)

—Porque vengo de una familia muy peronista. (General Milani)

Bertoia, que en su artículo menciona suficientemente la afiliación o las simpatías políticas del General, al parecer, no considera relevante sopesar que -en un país donde el odio antiperonista ha adquirido dimensiones patológicas- las causas abiertas contra él se hayan sucedido o reactivado repentinamente, durante el ejercicio de un gobierno –gorila, revanchista y entreguista- que ha implementado el Lawfare o guerra judicial contra los más destacados integrantes del gobierno anterior (CFK, Boudou, De Vido, etc). Tampoco sopesa que el gobierno durante el cual se impulsaron estas causas, haya sido el mismo que puso en debate la existencia misma de un plan genocida durante la última dictadura. Apenas un mes después de la publicación de este artículo en Anfibia, sería promovido el 2×1 para favorecer a los genocidas juzgados y condenados durante la década previa. El General Milani, casualmente, no sería contemplado por los alcances de este fugaz fallo y pasaría 2 años y medio encarcelado –sin condena- en La Rioja.

Ni izquierda, ni derecha: Tercera posición.

Basta con repasar los titulares de los principales medios de comunicación involucrados en el plan de dominación continental para comprender, cabalmente, que al General Milani se lo persiguió judicialmente dentro del marco del Lawfare, pues permanentemente se buscó asociar las causas en su contra a un entramado orgánico gubernamental. Cada golpe mediático/judicial que se le asestaba era, por derivación, un golpe dirigido a una experiencia político/gubernamental que se había salido –al menos parcialmente- del pacto neocolonial instaurado a espaldas del pueblo, luego del retorno democrático y fundamentalmente con los acuerdos de Madrid y la reforma constitucional del 94.

Al General Milani, sin embargo, también debía aplicársele un castigo ejemplar, que requirió articular -para dotarlo de la mayor efectividad posible- un consenso transversal que permitiera encolumnar al gorilismo liberal de “izquierda y derecha”, traccionado por las usinas de desinformación que son financiadas por las redes irregulares de dominación (ONGs) o el Soft Power anglosférico. Por eso se le acusó, por un lado, de haber cometido crímenes de lesa humanidad (izquierda) y, por el otro, de haber cometido actos de corrupción (derecha).

Lo que se debía corregir, a toda costa, era la fisura que se había producido en el cerco sanitario que la anglosfera construyó entre nuestras FFAA (doctrina de seguridad nacional) y nuestro pueblo (doctrina de derechos humanos).

Un General con un proyecto por el cuál, la BBC (inglesa), se preguntaba el 30/04/2014: “¿Se está ´bolivarianizando´ el Ejército argentino?”, y que había osado poner a los efectivos del Ejército al servicio del pueblo, en situaciones de catástrofes climáticas y sociales, era un grave problema para potencias que, no mucho tiempo después, llegarían a amenazar abiertamente a nuestro país con consecuencias de proporciones bíblicas, si nos atrevíamos a negociar con potencias extra OTAN (particularmente con China o Rusia) la adquisición de sistemas de armas.

No hay mejor conclusión para el presente artículo que algunas de las palabras que el propio General Milani esgrimió, ante el Tribunal Oral Federal de La Rioja, en agosto de 2017:

“Siento que con las acusaciones, calumnias e injurias hacia mí y las convicciones nacionalistas que represento, seguido de mi privación de la libertad y el sometimiento de este proceso, se ha pretendido ahogar, quizás, el último gran intento de lograr un Ejército defendiendo los grandes proyectos nacionales y populares, como lo soñaron nuestros verdaderos héroes, nuestros caudillos federales y nuestros grandes líderes populares como el general Perón”

[Nota al pie] FE de ERRTAS:

En el video emitido el día 28/03/2025 (programa Argentum), Matías Salgueiro afirma que el presupuesto del CELS es equiparable de forma absoluta al del conjunto de las FFAA en el año 2023, indicando que tanto el uno como el otro superan los 2.000 millones de dólares. Queremos corregir esta afirmación puesto que, si bien el presupuesto del conjunto de las FFAA para el mencionado año fue de U$S 2.859.200.000 (cifras SIPRI), el del CELS fue de U$S 2.286.611 (cifras CELS).

La equivalencia, entre ambos presupuestos, a las que se hace mención en el artículo publicado en la Web es a nivel per cápita y no en términos absolutos. Con un personal estimado en 103.000 efectivos (según relevamiento del Banco Mundial) las FFAA de nuestro país percibieron en 2023 un presupuesto per cápita de U$S 27.759. El CELS, según informa en su Web, con un “equipo de trabajo” integrado por 67 investigadores y funcionarios administrativos, percibió el mismo año un presupuesto per cápita de U$S 34.128, lo que surge de dividir el presupuesto informado por cada organismo entre la cantidad de miembros que lo integran.  

Bibliografía y fuentes

Bertoia, Luciana. (16/03/2017) Milani, el obediente. Revista Anfibia.

Jauretche, A. (2006) “Política nacional y revisionismo histórico” Corregidor.

Koch, R. (2024) “Geopolítica de la Junta 1979: El Archivo del Edificio Cóndor de Argentina y la Guerra Sucia de Centroamérica”. En Historia y Guerra N° 6.

César Milani fue absuelto en una causa que lo investigaba por delitos de lesa humanidad y quedó en libertad.”. Infobae (09/08/2019)

Comienza la lectura del fallo en el juicio al general Milani en La Rioja” Perfil (09/08/2019)

“La gestión Milani al frente del Ejército, entre la polémica y la renovación” Perfil 30/06/2015.

Santucho, Mario A. (22/06/2016) El General Militante. Revista Crisis.

Scalabrini Ortiz, R. (2008) “Bases para la reconstrucción nacional”. Fundación Ross.

Matías Salgueiro

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